En muchas ocasiones a lo largo de la vida del blog hemos comentado los procesos místicos, de una u otra manera, con mayor o menor propiedad, y, sobre todo, el papel del ego como definidor de patrones de comportamiento humano no siempre exquisitamente deseables. ¿Existe relación directa entre el comportamiento -por así decir- místico y la idea de egocentricidad?. Pregunta aparentemente complicada, pero no tanto como podría parecer al ser formulada con estas palabras.
En mi primera visita al Monasterio de Sobrado me topé con un monje que, entre otras actividades propias del ora et labora, estudiaba chino. Disponía ya de un conocimiento considerable acerca de las espiritualidades de Oriente y deseaba seguir profundizando sobre ellas para lo cual le resulta imprescindible, en su rigor implacable que convertía al método en cilicio, conocer la estructura y funcionamiento del lenguaje chino, lo que, os aseguro,después de escucharle en tres o cuatro generalidades adornadas con un par de elocuentes ejemplos, me dio la sensación de que me situaba ante algo mas que complejo. Pues bien, ese monje me recomendó un autor al que, lo confieso, yo no atendí anteriormente. Se trata de Ernst Tugendhat. Tal vez alguno o algunos de nuestros mas eruditos asiduos del blog sepan de su existencia, conozcan su obra y hayan consumido tiempo en su lectura. Yo, sinceramente, no. Así que al regresar a Madrid me compré el libro. Encargué dos del mismo autor, para ser precisos, pero solo uno resultaba disponible para mi lugar de compras por internet. Me trajeron “Egocentricidad y Mística”, precisamente el asunto con el que iniciaba esta comunicación de hoy. En su introducción asegura:
-”Mas relevante es la difundida concepción según la cual la mística consiste en un sentimiento de unidad sujeto-objeto: el místico se vería de alguna forma en unión con Dios, con el ser, con todas las cosas”.