Es quizás una de las palabras mas usadas, peor manoseadas, de todas las que componen nuestro lenguaje. Quizás por ello su significado mas profundo pertenece a arcanos escondidos tras los cientos de ropajes opacos que configuran la ignorancia. En pocos territorios la superficie del barbecho oculta la profundidad de la siembra. Me refiero, ni más ni menos, que a la palabra amor, que, de momento, escribo con minúsculas.
Una reflexión sobre el amor conduce a la inevitable sobre el Amor, y con ello comienzan las mayúsculas. Y, nuevamente, reflexionar sobre el amor, y, por ende, sobre el Amor, sin experimentarlo, sin vivir la experiencia amorosa, es escribir desde la ceguera sobre la vibración lumínica de los colores. Pero aún asumiendo la experiencia, aun convirtiéndote en sujeto activo/pasivo de la cata del amor, y sobre todo del Amor, una reflexión sobre su esencia será siempre una labor inagotable, porque descubrir el verdadero alcance del Amor, y del amor, es asumir en el interior la esencia de la Absolutidad. La experiencia del amor es la esencia de la experiencia mística. Que en modo alguno es correr tras el viento